I took part in one of Marina Monte's projects not long ago. It’s called “Brota”, she’s put together a beautiful collection of other people’s writing where each participant wrote about something related to getting over or dealing with something painful. I took part and wrote a small text. I’ve include the QR code where you can downloaded it to read it all, if you do, I hope you enjoy it.
Sin título; ejjjjjjhd
Llegué a casa y sentí el silencio sepulcral. No se oía tu respiración ni sentía tu presencia. Solté las llaves y sonaron como una explosión al golpear el suelo, volví a la realidad. Volví a lo que era nuestra casa pero ahora en ese nosotros faltabas tú. Pasó de ser una suma a una resta.
Tus cosas ya no estaban, todo había desaparecido y no sólo habías dejado la casa desnuda sino que la habías desvestido hasta dejarle en los huesos. Quedaban mis libros y mi máquina de escribir, sin tus cosas la casa parecía un trastero viejo sin vida. Me senté en la alfombra mientras observaba tus antiguos lugares más frecuentados y te visualizaba aquí conmigo. La mesa de serigrafía ya no era más que una mesa manchada de pintura, tu lado de la cama parecía una cama de un hotel sin alma, tu oficina enana se veía inmenso sin tus cajas.
De nada servía hacerme preguntas, te habías marchado pero no sé si marchitado, ¿yo marchitaría sin ti? Al principio sí, tuve que caer al vacío y sentir las mariposas al caer sin rumbo, ya llegaría al fondo. Caía como Alicia por la madriguera, veía tus ojos en vez de relojes, en vez de estanterías de libros veía tus labios, en vez del conejo blanco que llegaba tarde, te veía a ti, pero con la misma prisa. Caía y caía, por dentro caía por un túnel sin fin pero para los de fuera, dormía debajo del árbol como Alicia.
Me decían de todo y sobre todo que tenía que salir de la cama. Pero yo no me encontraba en la cama, estaba en otro lugar donde nadie me encontraría. Estaba donde no había ruido, ni palabras, ni cosas que hacer. Flotaba y viajaba, recordaba y sentía, sentía y me preguntaba. Sabía que cuando encontrase las respuestas, aparecería el suelo firme y que lo pisaría con los dos pies.
Llegó el verano, la primavera se fue y me despedí de ella en la estación de tren con una sonrisa y un abrazo. Las flores vestían colores vívidos, los humanos bailaban hasta la madrugada, la arena de la playa acariciaba a sus visitantes, y la música cantaba por los altavoces. Dejé de hacerme un moño y aprendí lo que era disfrutar del viento, me rodeé de almas fiesteras. Abrí todas las puertas y todos los cajones del armario rebuscando en sitios que antes no, encontré verdaderas joyas. El verano me enseñó que esas joyas eran mías y que habían estado en ese cajón toda la vida pero habían quedado olvidadas.
Esta caída y este reencuentro me devolvieron cosas que había cerrado bajo llave en el armario años atrás. Una de las cosas que encontré fue un espejo, le quité el polvo y me vi a mí misma, con el pelo suelto, largo y lleno de la sal del mar de verano. La piel bronceada y refrescada y un nuevo brillo en los ojos. Cerraba los ojos y sentía a todas las demás almas que me acompañaban y me arropaban, a lo largo del verano me habían ido devolviendo piezas antiguas del puzzle.
Cuando llegó de nuevo el otoño volví a despedirme de mis ángeles de la guarda y me llevé sus oraciones y sus abrazos conmigo. Esta vez fui yo quien se subió al tren. Me puse la sudadera y luego mis cascos. Mientras miraba por la ventana pensaba en el camino tan largo que había recorrido en solo una estación del año. Conecté los puntos hacia atrás y ahora era capaz de ver todo lo que había construido. Al verlo, lo entendí. A veces necesitamos derrumbar y romper el muro antiguo que se caía a pedazos. A veces no sirve echar y echar y volver a echar cemento para taparle las grietas porque siempre serán su punto débil. Tirar abajo para limpiar, renovar y volver a construir también puede ser bonito una vez que hayamos superado la parte de la obra.