Este es el último pomelo de enero y me apetecía reflexionar un poco sobre este mes porque ha sido bastante intensito. La verdad es que no ha sido un mes fácil, ha pasado todo a la velocidad de la luz, pero a la vez se me ha hecho eterno. Siento que llevo viviendo en enero una eternidad y que no acaba, pero como dije en el anterior post, todos los caminos que se inician en algún momento se acaban. Y el momento de enero ha llegado.
En enero comencé terapia online con una psicóloga que me está ayudando muchísimo y con la que me siento muy cómoda y feliz. Cinco minutos antes de la sesión me empieza a entrar el pánico por pensar en sacar lo que llevo dentro, pero siempre cierro el ordenador con buen sabor de boca, con ilusión y con herramientas nuevas. Le estoy muy agradecida a esa Emily del pasado que decidió por fin a lanzarse a la piscina de la terapia para bucear en su interior. Me he dado cuenta de que no solo hay tiburones deambulando por ahí, sino que también hay muchos pececitos coloridos que traen alegría. Sinceramente, creo que este mes hubiera sido bastante más difícil de manejar si no hubiera estado con mi psicóloga.
He sentido incertidumbre sobre dónde estar y qué hacer. He sentido que perdía el control y que jugaba en desventaja, pero esos eventos que en un principio fueron desagradables al final fueron lecciones. Me enseñaron que nunca tenemos el control absoluto por mucho que nos digamos que sí, que por mucho que tengamos nuestra vida planeada y lo tengamos todo claro sobre el papel, siempre puede ocurrir algo fuera del plan que nos deje sin saber por donde tirar. Esos eventos “desagradables” me abrieron los ojos y me hicieron ver que siempre que tenga a mi churri a mi lado, puede arder lo que sea que apagaremos el fuego juntos. También me abrieron los ojos haciéndome ver que es mejor vivir en el momento presente sintiéndome agradecida por lo que tengo porque quizás mañana ya no sea mío para disfrutar. Que los caminos que parecen muy largos pueden resultar ser mucho más cortos de lo esperado y como no prestaste atención, se acabó sin que realmente observaras y experimentaras la vida como era hasta ahora.
He visto nevar desde la ventana de mi casa por primera vez. En medio del caos, siempre existe belleza si nos queremos detener a verlo. A veces basta con mirar al cielo y ver pelotitas de nieve caer para que te salga la sonrisa más grande del año y si a eso le sumas una tabla de snowboard y unas buenas pistas, se te olvida todo en cuestión de segundos.
La última lección del mes ha sido una de las más duras: “A veces, queremos cuidar al otro dándole lo que nosotros necesitamos. Pero no todos necesitamos lo mismo”. Si un cactus intenta proteger a una flor del agua de la lluvia porque piensa que la flor no necesita agua como él, acabará matando a la flor que tan sedienta está. Es difícil aprender a querer a otra persona porque tenemos que, muchas veces, cambiar lo que pensamos que necesita por otra cosa totalmente distinta. Pero si realmente le amamos, podremos aprender y podremos darle lo que necesita. La comunicación es la clave de toda relación. Cuando las cosas no están yendo bien, a veces con una conversación incómoda podemos finalmente dar pasos al frente y aprender a querer mejor.
En otro momento de mi vida quizás hubiera maldecido a enero y hubiera sentido que empezaba el año con mal pie, pero nada más lejos de la realidad. Estas zancadillas me han ayudado a convertirme un poquito más en la persona que deseo ser y me han ayudado a poner las cosas en perspectiva y aprender de la vida. No existe realmente algo “bueno” o algo “malo”, solamente existen experiencias y si son buenas o malas lo decides tú.
Songs that made this month better 💐✨💙
Gracias por estar aquí durante enero dándome amor, espero que os haya llegado un poco del mío también. Si te ha gustado esta publicación o alguna otra de POMELO, compártelo con alguien con el botón:
Nos vemos el próximo lunes a las 7:34 a.m.
Love from Emily ❤️🩹
Te mando un abrazo enorme, Emily ❤️🩹