La mayoría del trigo está cosechado, los pepinos, las fresas, los calabacines y los tomates están empezando a llegar todos de golpe mientras yo sigo rezando porque les dé tiempo a los melones y las sandías de madurar antes de que nos golpeé el frío.
Estoy sentada en la mesa de la terraza bajo la sombrilla con Supersaurio de Meryem El Mehdati a mi lado esperándome pero ahora mismo siento la necesidad de escribir. No sé si le ocurrirá a la mayoría de las personas que escriben, me imagino que no soy la única en el mundo, pero cuando tengo un texto en la cabeza siento que no puedo hacer otra cosa antes de haberlo sacado todo. Si me sentase ahora a leer, con cada página sentiría que tengo que escribir, no sabría qué acabo de leer y acabaría tarde o temprano, cogiendo el Mac para escribir.
Hace calor, pero no demasiado, se está bien en la terraza a la sombra. El monte ya no está verde, está más bien amarillento y las fincas están llenas de líneas que ha dejado la cosechadora al pasar. Cuando cosechan el trigo se llena todo de un polvo muy fino que mancha todo y que se pega a la ropa. Recientemente he descubierto que el trigo cortado pincha un montón si te sientas encima y lo peor de todo es que se te mete entre la ropa y te sigue pinchando mucho tiempo después. Mi idea de tumbarme en la finca mirando el monte con el atardecer de fondo fue más bonito en mi mente que en la realidad. Lo disfruté, ya que me había tumbado, pero luego me arrepentí.
Quería contaros lo que lleva pasándome desde que escribo más en serio, no sé cuando empezó esto pero recuerdo que en Málaga ya me pasaba entonces será cosa de unos tres años. Por cierto, mi novio tiene un Mac mucho más nuevo que yo y da mucho gusto escribir con él. Las teclas de su teclado sienten mucho más guay que mi Mac de hace 6 años, pero no queremos que se rompa porque no tengo 1.600 eureles para otro xd. Seguimos con el acontecimiento interesante y muy frustrante que os quería contar: cada noche suelo leer en la cama (es donde y cuando más leo, la verdad, porque no tengo distracciones). Cuando me entra sueño apago la lámpara e intento entrar al limbo donde estoy casi dormida pero aún en control de mis pensamientos. Una vez allí, de camino al mundo de los dormidos, me vienen frases para la novela que estoy escribiendo o para algún POMELO y entonces, sin saber cómo, redacto los textos en mi cabeza de principio a fin sin ningún bloqueo mental. La mayoría de las veces no paro ninguna vez, además me imagino dónde irán las comas y los puntos. Cuando termino, suelo pensar “búa, que bueno esto” y siento un extraño placer y orgullo. Me digo a mí misma que mañana me levantaré y lo escribiré pero sabes lo que viene ahora, verdad? Que nunca me acuerdo de nada :) Me he repetido mil veces que tengo que poner una libreta al lado de la cama para apuntar las cosas y no olvidarme. Yo no sé vosotros, pero yo cuando tengo sueño, tengo sueño. Ya verá la Emily del futuro cómo se acuerda de lo que escribió anoche…
Todo esto viene porque hace unas noches me volvió a pasar, escribí un texto que me encantó en mi cabeza y a los pocos segundos de acabarlo se esfumó, como siempre. Mi tía Fran tiene bastante experiencia en el mundo de la meditación y la espiritualidad (por llamarlo de alguna forma) y me ha dicho muchas veces que consigo escribir así, en este estado de somnolencia, porque mi mente y mi cuerpo están relajados y simplemente fluyen. También me dijo que si intentase meditar o relajarme de alguna forma parecida al de quedarme dormida cada vez que me siento a escribir, posiblemente experimentaría algo parecido. (*nota mental: probarlo)
La escritura es un arma de doble filo que cargo conmigo a todas partes y la lectura obsesiva es un reflejo más de ello. Me siento bien en el mundo de las palabras y sobre todo cuando están dentro de mi cabeza. Me siento genial con una voz narradora en mi cabeza hablándome, sea la mía propia o sea de la persona que ha escrito el libro que estoy leyendo. Las palabras son mi herramienta para poder darle sentido y forma a las mil cosas que siento cada día y me ayudan a poder bucear en mi interior y organizar los torbellinos mentales que tengo por ahí suelto. También son una carga porque no sé expresarme de la misma forma oralmente, me gusta poder organizar mi discurso y mi procesamiento mental fluye de una manera muy distinta cuando no es espontáneo y tengo el espacio y el tiempo para poder buscar las palabras perfectas. Cuando hablo en alto, soy bastante sosa pero en mi mundo interior, soy un arcoíris.
El cielo se ha nublado y ya no hace tanto calor. Estoy a la sombra con o sin la sombrilla y parece que la temperatura ha bajado un par de grados. Supersaurio sigue a mi izquierda esperándome y mi impulso de escribir se ha tranquilizado. Siento que se está acercando el fin. Algunas personas llaman este tipo de escritura la “escritura automática” y sin saber cómo, es mi forma de escribir pero desgraciadamente soy esclava del impulso. Siempre deseamos tener lo que no tenemos. Cuando me siento a escribir porque tengo una novela que no se va a escribir sola, pienso que ojalá fuese capaz de entrar en este modo cuando yo desease, pero mi mente no funciona así. Veo cosas, observo el mundo, leo mucho, pienso, reflexiono en medio de las conversaciones y hay cosas que desencadenan un flujo de inspiración en mí y siento que lo tengo que aprovechar en ese instante o de esfumará para siempre. Seguramente haya técnicas para poder escribir cuando quieras, seguro que existe algún libro también ;) pero digo yo (y rezo porque sea así) que mientras más escribo y mientras más me acostumbro a ello, más caudal tendrá mi río y aprenderé a nadar a favor de la corriente.
Leí este POMELO en cuanto salió, mientras desayunaba, sabiendo que me apetecería volver a leerlo más adelante a lo largo de la semana. Ha llegado pronto ese momento 😇 Pienso que deberías probar lo de la libreta en la mesilla, pero también es verdad que el tener que encender la luz y escribir corta cualquier momento de fluidez de pensamientos. Yo también tiro mucho de esos momentos medio dormida para ideas de fotos etc, y lo que mejor me funciona es la app de notas del móvil, a veces combinada con audios que me envío a mí misma con una vocecilla que da pena oírla al día siguiente 🥹 Es un rollo pero es la única forma que he encontrado de no olvidarlo todo al día siguiente.
Y ya para terminar una pregunta: ¿te pasa que lees libros dormida?? porque a mí sí y es genial porque realmente... te los inventas y piensas que son fantásticos (al despertar no recuerdo nada pero seguro que no tenían sentido alguno) y leyendo tu newsletter me pega mucho que a ti también te pase 🥰