160. Quiero digerir la vida a cámara lenta.
Estoy harta de engullir contenido a diario y sentir que la vida se me escapa.
Hoy me he levantado con dolor de cabeza de tanto pensar, o quizás es simplemente porque me va a venir la regla y tengo las hormonas revueltas, pero quiero enfocarme en los pensamientos que he tenido esta semana.
Llevo un tiempo notando que no tengo pensamientos propios, he desplazado mi voz interna para llenar mi silencio mental con Reels de Instagram y opiniones ajenas que dicen cosas como:
No puedes vivir un día más sin saber este truco… Lo que necesitas saber antes de salir a correr 10km… Un día conmigo en París… Unboxing de Sonny Angels… Cómo cocinar el brócoli de temporada de una forma riquísima… Receta de cómo hacer pan sin amasar… Una pareja que se acaba de comprometer en la playa en Bali… Por qué no debes beber leche de soja… Un vídeo de un perro monísimo vestido de calabaza por Halloween… Cómo ha cambiado mi vida desde que dejé de comer azúcar… Qué libros me he leído este mes y cuáles te recomiendo…
¿Conoces la montaña rusa de la que hablo?
La gota que colmó el vaso fue cuando empecé a leer un libro de autoayuda, o de espiritualidad; diría que es una mezcla entre los dos, la semana pasada. Hay etapas en mi vida en las que cambio las novelas por libros de este tipo porque siento que necesito recargarme y rellenar mi pozo interior. Sentía desde hace tiempo que necesitaba parar y escucharme a mí misma, pero lo fui aplazando hasta que algunos eventos me dijeron que lo tenía que hacer ya de ya. Y así empezó mi camino de volver a mí misma.
Tengo dos libros para acompañarme en este camino, y son los siguientes: Maiden to Mother y Letting Go. El que me estoy leyendo ahora es Maiden to Mother y, después de cada capítulo, te propone algunos ejercicios de escritura para encontrar las respuestas en ti, y con esto me di cuenta del tiempo que llevaba sin sentarme a hablar conmigo misma. Llevaba mucho tiempo rellenando los silencios internos con las voces de otras personas y, más que nada, llenando mi cabeza de cosas que no necesitaba escuchar ni me aportaban un verdadero valor. La cantidad de mensajes que recibimos a diario a través de las redes sociales es inhumana y era hora de bajar el volumen.
Mi relación con Instagram no es la mejor del mundo, pero realmente dudo que alguien tenga una relación sana con esta app a día de hoy. Nos pasamos demasiado rato scrolling, perdemos tiempo y, con el paso del tiempo, nos perdemos a nosotros mismos. Nuestra voz interior se va apagando porque dejamos de hacerle caso, no nos aburrimos a solas porque sin pensarlo cogemos el móvil, no somos capaces de concentrarnos porque necesitamos el chute de dopamina cada pocos minutos y cogemos el móvil para “ver la hora” cientos de veces al día, y lo peor es que no sabemos qué hora es.
No puedo hablar por las demás personas, pero sí puedo hablar por mí, y yo no tengo problema en reconocer que necesito temporadas en las que me fuerzo a no coger el móvil porque la vida se me escapa, y lo peor de todo es que soy consciente de ello. No quiero maldecir a las redes sociales ni a los móviles porque a mí personalmente me han cambiado la vida: he sido capaz de lanzar esta newsletter y de hacer amigas que llenan mi vida de amor, pero hay dos caras de la moneda.
Mis descubrimientos sin Instagram no son groundbreaking y eso es lo más gracioso. Mis abuelos han vivido toda su vida sin una caja de wifi en su salón, pero por alguna razón a mí me parece alucinante haber pasado siete días sin haber entrado en una red social. Hay personas que viven sus vidas sin existir online y, por muy tonto que suene, me parece fascinante. Cuando no participas en compartir tu vida online, muchas cosas carecen de sentido, como por ejemplo hacer fotos. Una vez leí una newsletter sobre los carretes de nuestros iPhones y que están llenos de basura, y es verdad. Tengo fotos de platos de comida que no recuerdo dónde me comí, fotos de tropecientos libros que no me he leído, capturas de pantalla que jamás he vuelto a mirar, fotos de paisajes y de ciudades que visité dos días. Mis abuelos no tienen este tipo de fotos en sus álbumes y, sinceramente, dudo mucho que a alguno sus doce nietos nos interesara ver una foto del plato de comida que comieron incluso el día de su boda, pero cuando estamos curating an online personality, estas cosas son necesarias. ¿Cómo vamos a mostrar nuestra estética y nuestros gustos si no?
publicó un ensayo en su newsletter que confirmó que mis vacaciones digitales eran un acierto. Me hizo recordar cómo era ir a un kiosco a comprar las revistas Super Pop o Bravo y pasarme horas en mi habitación leyendo cada palabra que había en las páginas, no solo una vez, sino dos o tres. Me ayudó a recordar lo que era leer una revista hasta la saciedad, sabiendo que lo había saboreado y absorbido a más no poder. Hoy en día no tengo esa sensación casi nunca porque cuando termino de leer un libro sé que hay miles más esperándome que nunca podré llegar a leer antes de morir, entonces ese mismo día empiezo a leer otro nuevo. Vivo con prisa y ansiosa por consumir todo lo que puedo, engullirlo todo y vomitarlo para tener más espacio para seguir engullendo. No hay una fase larga de masticación y digestión anymore. Nadie tiene tiempo para ello porque siempre llegas tarde to the next best thing, pero he decidido (al menos en este momento de mi vida) que basta.Basta de vivir la vida a todo correr y queriendo hacer siempre más y más cosas. Tengo tiempo de sobra para hacer todo lo que quiero, y no quiero hacer más; ni siquiera lo quiero hacer mejor, simplemente quiero sentir que lo hago. Quiero poder decir que lo he experimentado, que recuerdo hacerlo, que sentí cosas profundas al hacerlo, que me lo tomé con tiempo, que lo saboreé, y quiero que las cosas que hago dejen una huella en mí. ¿Cómo puede ser que sea capaz de recordar algunos de los artículos que leí en Super Pop hace más de quince años y que no sea capaz de recordar con detalles el último libro que leí hace un par de semanas? Algo estoy haciendo mal, y no sé si cerrar la puerta de acceso a Instagram con llave sea la solución, pero por lo menos esta semana he sentido que pasaba más tiempo conmigo misma y que disfrutaba haciendo las cosas.
Nunca volveré a ser esa niña que pasaba horas encerrada en su habitación, leyendo sus revistas, ni escuchando un álbum en la minicadena, con los cascos puestos, sentada delante del espejo, cantando como si estuviera en un estudio de grabación, porque soy adulta y mi cerebro es diferente y tengo responsabilidades y obligaciones que en ese momento no tenía, pero da igual, porque si puedo volver a sentir solo un diez por ciento de lo que sentía esa niña, habré ganado.
(Sorry I realised at the end that I’d randomly switched to English, oops, bilingual brain problems)
- ’s essay that felt like a hug this week: a veces me siento atropellada. I also loved this one by her too: fui a un taller floral y ahora todo es diferente
While we’re on the topic of remembering our inner niñas, here’s a wholesome essay by
called: los domingos por la tardeIf you know me personally, you may remember my Sara Mesa obsession, die hard fan, in love era, well, I’m now in my
era so you should read this: sweatingOne newsletter you need to be subscribed to to make your Internet experience better:
— Loved this one: (melodía de billie eilish) miau miau miau miauI watched two films this week too: Un Amor based on Sara Mesa’s book “Un Amor” (I love her and all her books, read them all) + The Substance. I was obviously feeling weird and wanted to feel even more uncomfortable, it worked.
I’m also reading a book I surprisingly love to alternate with my non-fiction read. It’s called The Blind Spots by Thomas Mullen. It’s about the whole world suddenly going blind, and years later, getting given a device that’s attached to their temple and works as a type of simulator or VR, giving them sight again. But of course, the premise is: what happens when people can hack into these “vidders” and change how others perceive reality without them knowing? I haven’t finished it yet, but so far, I’m enjoying the feeling of being genuinely hooked and thinking about reading whenever I can’t read.
In today’s essay I spoke about having a load of crap in my iPhone gallery and
wrote about something similar and it’s great, go read it: ¿Cuántos gigas?I wrote this essay for
and I’d like you to read it so that you can understand more about my latest creative project and understand why money isn’t the most important thing to me. It’s called: Hemos bajado nuestros preciosNo podía faltar
on this list. If you’re not subscribed, go do it now and read her latest essay about autumn essentials: esenciales de otoño. I’m on the hunt for a thickkkkkk wool jumper thanks to her.Thank you
for always bringing me back down to reality when I start comparing my face to celebrities and influencers wondering why my face isn’t as perfect as theirs. Read: Scarlett Johansen Wants To Be The Next Kylie JennerMore regarding how we see ourselves and botox: I’ve regretted every needle I’ve stuck in my face by
wow, todo lo que escribiste es básicamente lo que he venido pensando en los últimos meses y no podía articular bien en palabras. estoy pensando incluso en leérselo a mi psicóloga en la próxima sesión para que pueda entender mejor cómo me siento <3
Yo también siento que la vida que saboreas lentamente y con consciencia es la única que al final te deja alguna huella. Un abrazo 🫶🏻